Aunque yo no puedo responder por los productores de esta película, es una pregunta que hice al inicio de este proyecto y el director, Ricardo de Montreuil, siempre fue muy claro en su respuesta.

Máncora es uno de esos espacios, como pocos en el mundo, donde no importa quien seas ni de donde vengas. Los locales y los extranjeros viven en una singular armonía, parece como si el tiempo se hubiera detenido en esa playa. Como si los prejuicios del mundo moderno hubieran quedado atrás en ese pequeño pueblo, parece que este paraíso del norte peruano es un personaje que tiene mucho que contar.

Era muy importante que Santiago, Iñigo y Ximena hicieran un viaje a un destino donde los tres fueran extranjeros pero pudieran relacionarse con el lugar como si fueran locales, donde se pudieran mover libremente, donde se pudieran encontrar de verdad, donde hallaran paz y desorden. Donde el contraste de realidades les obligara a cuestionarse, a hacer una pausa, a mirarse de frente.

Máncora, significa cerro que avanza (o al menos esa es la versión que más sensata me pareció luego de mi investigación por allá), los cerros se mueven hacia el mar por los huaycos que trae el fenómeno del niño. Esto la vuelve más fascinante aún, es un lugar que se mantiene en un constante estado de transformación, aunque pareciera desde afuera que nada significativo estuviera ocurriendo. Esta transformación es casi imperceptible…

Éste paraíso esconde, entonces, una serie de misterios y normas que uno no puede ni debe quebrar y es que todo sistema necesita de reglas para sostener su equilibrio. Quien las rompe, debe asumir las consecuencias.

Gracias por tu pregunta,

Jason Day